Alto y claro. Este rubio y espigado madrileño criado ciclísticamente en Ávila nunca se ha escondido a la hora de hablar de la situación del ciclismo actual. Siempre ha creído en él, lo ha defendido. Lo lleva viviendo en primera persona desde hace 15 temporadas a nivel profesional. Sin embargo, su veteranía no esconde la motivación de un juvenil, la capacidad de ilusionarse cada año por conseguir nuevos retos, por seguir siendo necesario para Movistar, por gozar de la confianza de Eusebio Unzue. Siempre a sus órdenes, con él ha ingresado en el club de victorias en las tres grandes. Fiel a los Olano, Zulle o Valverde ha escoltado y aprendido de los mejores en la factoría Banesto. Ahora le toca ejercer de profesor. Los corredores jóvenes le admiran y le escuchan. Y él disfruta con ellos y predica con el ejemplo. Actualmente se encuentra recuperándose de una aparatosa caída en el Giro. Quiere estar a punto para la Vuelta. Decidido asegura poder hacerlo, aunque, como dice, “mis huesos ya sean de viejecito”. Pablo Lastras, “el Penkas”, tiene cuerda para rato.