High Cycling / La web www.high-cycling.com recoge una interesante entrevista con el todavía ciclista profesional abulense Francisco Mancebo, que pasa por haber sido uno de los más importantes para el ciclismo español de los años 2000.

Desde que pasó a Banesto no dejó de progresar hasta convertirse en la referencia del equipo en las grandes vueltas por etapas. Con su motor diésel y gesto torcido, fue uno de los corredores más reconocibles de aquella época en la que convivió con la tiranía de Armstrong y el surgimiento inminente de una nueva estrella con el que comparte el gusto por dilatar su carrera más allá de los 40: Alejandro Valverde.

¿Cómo entras en el mundo de la bicicleta?
Se lo debo a mi padre, que había sido corredor amateur en Guipuzkoa y siempre estuvo muy pegado a la bicicleta. En 1984 crearon la Escuela Ciclista en mi Navaluenga y con ocho años ya empecé con ellos.

Cuéntanos cómo fue tu carrera hasta llegar a profesionales. ¿Fue difícil dar el salto?
Cuando terminó la escuela, pasé con Víctor Sastre en cadetes y junior, donde ya fui consiguiendo algunas victorias. Como Víctor tenía bastante mano en Banesto, donde ya había pasado el Chava, pude entrar en el equipo filial. Correr en un filial de una estructura asentada y que cada año apostaba por corredores jóvenes hacía las cosas más cómodas. En amateur tuve muy buena progresión y en 1997 hice una gran temporada que me facilitó el salto a profesionales.

Los primeros años vas demostrando una buena progresión hasta llegar al año 2000, en el que tienes una grave caída en el Giro del Trentino.
Empecé muy bien la temporada, haciendo tercero en la general de París-Niza. La idea era hacer Giro y Tour, aunque llegaba ya bastante cansado. En el Giro del Trentino tuve esa caída tan dura en la que llegué a perder el conocimiento y me partí los dientes, literalmente. Aunque sea paradójico, me vino bien parar. Llegué al Giro muy justo, pero después de penar los primeros días, en la montaña fui yendo a mejor y estando cerca del top15. Me sirvió para llegar en un gran estado de forma al Tour.

En ese Tour te llevas el maillot blanco y el top10 en la general. ¿Cómo lo recuerdas?
Me encontraba muy bien y corrí con mucha ambición buscando alguna victoria. Me metí en buenas fugas, aunque el objetivo era ayudar a Zülle en la general. Cuando él quedó fuera de combate, me fui metiendo en la general y logré un gran resultado. Fue muy satisfactorio no solo por el resultado final si no por la forma de conseguirlo. Además, mantuve muy bien el estado de forma después del Tour ganando la Clásica a los Puertos y la Vuelta a Castilla y León.

Tras ese año, ¿se podría decir que te convertiste en «hombre Tour» durante varias temporadas?
Creo que tanto el equipo como yo nos obsesionamos un poco con ganar el Tour y dejamos de lado otras carreras. Con los rivales que había en aquella época era imposible llevarse el amarillo, aunque sí creo que el pódium pudo estar al alcance en alguna edición.

En perspectiva, ¿habrías cambiado esa manera de planificar el calendario?
No. El Tour es la carrera más grande del mundo y siempre merece la pena. Además, como mi carrera ha dado tanto de sí, he podido participar siete veces y tener tiempo para probar otras cosas después. Aunque no se me daban mal las pruebas de un día más duras, las vueltas de tres semanas me ofrecían más oportunidad y una manera de correr más tranquila. Las clásicas en aquella época eran una locura.

¿Cómo se planteaban las clásicas de primavera en Banesto?
Para los españoles las clásicas eran una tortura. En Banesto, las corrían los más jóvenes o los castigados. Eso ha cambiado mucho, pero por entonces estaban muy lejos de ser un objetivo para nosotros.

¿En la Vuelta qué tal te sentías, viniendo después del Tour? Es una carrera que también se te daba relativamente bien.
En 2002 debuté después de hacer séptimo en el Tour y ganar la Vuelta a Burgos. Llegué extenuado mental y físicamente y me acabé retirando. A partir de ahí entendí que después del Tour había que parar y descansar y afrontar Burgos de otra manera y ya empecé a andar mucho mejor y a hacer buenos resultados en la Vuelta, siendo top5 tres años seguidos. En 2005 gané etapa y fui cuarto en la general, pero fue en la de 2004 cuando mejor me encontré. Terminé tercero y estuve siempre ahí delante peleando, fue un poco frustrante no haber cogido el maillot de líder unos días.

Recuerdo que en ese 2004, en la etapa de la sierra abulense te diste el gustazo atacando y llegando por delante de los favoritos.
Siempre lo intentaba en esas etapas de casa. La motivación es especial y te hace correr más agresivo y con ganas. Desgraciadamente, siempre ha sido una etapa para las fugas y estando metido en la general era difícil disputarla. Cuando pasábamos Navalmoral, que es el puerto que más he subido y más conozco, yo siempre lo intentaba, buscando el minuto bueno. Incluso hace un par de años en Vuelta a Castilla y León lo volví a probar, aunque me quedé clavado en los kilómetros finales. Los puertos de la sierra son muy traicioneros, porque se suben a mucha velocidad y si te quedas clavado te pasan todos como balas.

Sobre esos años en Banesto, ¿Cómo fue tu relación con Unzué y los técnicos del equipo durante tantos años en la estructura?
Estuve en total tres años de amateur y ocho de profesional. Con Alfonso Galilea y José Luis Jaimerena estuve ya desde amateur. José Miguel Echávarri me enseñó mucho, dándome las claves de cuándo atacar o conservar. Siempre ha sido una mentalidad bastante conservadora en el equipo y se prefería mantener lo conseguido que buscar algo más. Es la filosofía que han tenido siempre y sigue así en la actualidad. Como directores siempre han sido muy correctos y respetuosos.

En tu carrera en Banesto coincidiste con grandes campeones. ¿Qué puedes decirnos de los siguientes nombres?

Abraham Olano
Coincidí en mi debut profesional en 1998. Para mí era un ídolo. Corrimos poco juntos. Hace cuatro o cinco años me reencontré con él en una Tropicale Amissa Bongo, que él estaba como seleccionador de Aragón. Me alegró mucho verlo allí, está igual de fino. Muy buen tío.

Chava Jiménez
Al Chava lo conozco de siempre, desde la escuela de Víctor Sastre. Era el Curro Romero del ciclismo. No corría para ser segundo: o ganaba o perdía minutada. Solo sabía ganar a lo grande. Había que entender que era un verso libre y una garantía de espectáculo. Creo que el ciclismo actual necesitaría varios locos como él.

Alex Zülle
Una gran persona, con las ideas muy claras, obsesionado con la bicicleta y con un motor impresionante. No ganó el Tour del 99 por el famoso Paso de Bois, pero ese año tenía que haber sido suyo. Aquella etapa fue una liada gorda de los que se sabían la jugada. Con los medios que hay ahora creo que no habría pasado igual. No teníamos un equipo para ganar, nos faltaba experiencia, yo debutaba en una grande, y aun así ganamos la general por equipos.

Alejandro Valverde
Estuvimos poco juntos, solo en mi último año en Illes Balears en 2005. Tenemos muy buena relación. Poco se puede decir que no se haya dicho ya de él. Es una gran persona y un enorme campeón. Quizás el corredor más completo que hemos tenido en España. Uno de los grandes de la historia del ciclismo y un apasionado de la bici, que ha logrado mantenerse en la máxima élite a la edad que tiene, siempre al 100% y aguantando el estrés que supone estar ahí. Se habla de Rebellin, de Óscar Sevilla o de mí, pero el valor que tiene Alejandro es otro nivel.

Hablando de Valverde, háblanos de la etapa de Courchevel que ganó en el Tour 2005, en la que tú también estuviste en el ajo.
El equipo de Armstrong marcó un ritmo brutal desde abajo, como de costumbre, y nos quedamos cinco o seis solo delante. Cuando se quedó solo, Lance pidió relevo, que era algo muy raro. Se quedó Basso y nos quedamos Valverde, Armstrong, Rasmussen y yo. Fuimos a relevos casi hasta arriba y en el punch final el Bala aguantó el tirón y explotó su distancia, que en aquella época era imbatible en esos metros finales.

De Banesto te vas a AG2R, ¿cómo surge ese fichaje?
Después de once años, sentía que me estaba acomodando un poco y decidí buscar opciones para cambiar de aires y tener nuevas motivaciones. En Francia pagaban bastante mejor que en Illes Balears. Me sentí muy bien con ellos, siendo séptimo en Catalunya y quinto en Dauphiné. Entonces fue cuando estalló el tema de la OP y el equipo vio peligrar el Tour de Francia. Ahí se acabó el correr en los grandes equipos.

Para 2007 llegas a Relax-GAM y empiezas un periplo por diferentes equipos continentales.
En Relax fue muy duro quedarnos fuera de la Vuelta a España. Víctor Cordero tuvo miedo a lo que se pudiera decir y nos dejó sin invitación. Teníamos un equipo muy competitivo, con Vicioso, Santi Pérez, Sevilla, yo mismo… Creo que habríamos podido hacer una muy buena carrera. A pesar de ello, fue donde volví a disfrutar del ciclismo. Corrimos mucho en España y empecé a descubrir otras carreras por el mundo, en China, Chile, México… Encontré otro ciclismo, muy divertido. La lástima es que, entre unos y otros, intereses, gestores, patrocinadores y demás, se cargaron el equipo. Teníamos continuidad para el año siguiente y en diciembre nos dejaron tirados y con bastante dinero a deber.

A tus 45 años, ¿qué es lo que te motiva para seguir compitiendo a tan buen nivel?
Me gusta mucho la competición. Me pongo muy nervioso, como si fuera un juvenil, pero me encanta. Me sigue gustando entrenar, a mi manera. Disfruto mucho de un calendario exótico y me gusta viajar. Llevo desde los ocho años en esto y sigo teniendo motivación. El nivel de estrés no es como en el WorldTour y eso me permite afrontarlo de otra manera. Cuando gano algo lo celebro como si fuera un oro olímpico. Es una manera más sana de disfrutar del deporte, siendo profesional, pero disfrutando más de cada momento y dándote los caprichos cuando te apetece.

¿Cuál crees que ha sido tu mejor momento sobre la bici?
Por estado de forma te diría la Vuelta en que fui tercero y sobre todo las dos primeras semanas del Tour de 2004 que hice sexto. Como carrera, me quedo con el campeonato de España que gané ese año en Cabárceno. Recorrido durísimo con subidas y bajadas continuas. Pensé que llegaría la fuga, pero se jugó en el repecho final. Iba ya a cola del pelotón y vino Txente a animarme y decirme que me llevaba hacia adelante. Le debo mucho de ese título a él, casi me obligó a irme hacia adelante. Eso a primer nivel, luego en 2011 cuando estuve en Realcyclist.com en Estados Unidos, gané un montón de carreras. También en 2009 con Rock Racing, que corrimos carreras de mucho nivel.

¿Qué te queda por hacer en el ciclismo?
Ya no me queda nada por hacer (risas). El Tour o la Vuelta creo que ya no los voy a ganar. Así que me gustaría seguir viajando y conociendo países y carreras diferentes. Y sobre todo seguir disfrutando y recuperar un buen calendario como antes de la pandemia. También volver a las carreras más conocidas como Asturias, Castilla y León, Murcia, etc.

¿Te verías de director?
El curso lo tengo hecho, solo me falta el trabajo. Este año he tenido algún acercamiento con equipos emiratíes, pero de momento quiero seguir compitiendo. Sí me veo ligado a esto cuando cuelgue la bicicleta. No sé si de director, de mecánico, masajista o lo que corresponda.

¿En qué notas que ha cambiado el ciclismo desde que tú empezaste?
Ha cambiado muchísimo. El método de entrenamiento y la alimentación están mucho más controlados y medidos. La diferencia entre los equipos ha aumentado mucho y las diferencias competitivas son abismales. En carrera hay muchísimo más estrés. Todos los equipos quieren ir todos juntos y delante. Por eso hay muchas más caídas y problemas. Lo veo todo demasiado matemático. Antes ya empezaba a medirse el pulso y a controlarse algunos datos, pero atacabas cuando te sentías bien. Ahora todo se mide y se calcula y cada vez hay menos espacio para las sensaciones o la inspiración.

Un corredor que te haya marcado.
Perico Delgado, que siempre ha sido mi ídolo y casi lo sigue siendo.

Un compañero.
Pablo Lastras, David Navas y Eladio Jiménez, con quienes coincidí desde juvenil y estuvimos muchos años juntos. Podría decirte muchos de cada época, como ahora Airán Fernández, pero me quedo con esos tres porque es con los que casi empecé.

Tus rivales «favoritos».
Ivan Basso. Estuvimos muy cerca en las disputas del Tour y pasamos mucho tiempo juntos algún año en la carretera.

Para terminar. ¿Has visto «El día menos pensado» de Movistar?
Solo he visto un poco de la primera temporada. No deja de ser un documental. Está bien porque sirve para enseñar cosas sobre todo a la gente que no conoce mucho el ciclismo desde dentro. Comercialmente está muy bien, en marketing Movistar hace muy bien las cosas. Pero al final enseña solo lo que interesa y lo que cree que va a vender.

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