Nota de prensa / Dicen que el deporte de motor muchas veces no hace justicia al trabajo, esfuerzo y buen rendimiento de los deportistas. Así fue para Rokas Baciuska y Oriol Vidal en esta edición del Rally Dakar 2023 que tuvo final el 15 de enero. Después de 15 días de carrera, 9000 kilómetros, 7 etapas de liderato, gestión y control de los oponentes, la carrera más dura del mundo les mostró su cara más cruel a pocos kilómetros del final, con una avería mecánica que les haría perder más de 20 minutos, esfumándose así una victoria del Rally Dakar que ya estaban saboreando.
No empezaron la carrera con buen pie, fueron los más rápidos en el prólogo, pero en la primera etapa, después de hacerse también con la victoria sufrieron un duro golpe al ser penalizados con 15 minutos por supuestamente haberse saltado un “waypoint” (punto de paso obligatorio) que uno de los dos dispositivos GPS del vehículo no detectó a pesar de haber pasado por el sitio correcto por un error de precisión del dispositivo.
En aquel momento Oriol nos contaba: “Es muy injusto, llevamos dos GPS para ver más información, y precisamente por si uno falla tener el otro para certificar. Antes con que uno de los dos cogiera el waypoint ya era suficiente, ya que como es lógico si uno lo ha tomado significa que el vehículo ha pasado por el punto. Los nuevos comisarios de la FIA, han decidido aplicar ahora sin haber cambiado nada del reglamento, un artículo que dice que para las penalizaciones solo se tiene en cuenta el GPS que ellos han anotado como principal a no ser que este inoperativo, que en nuestro caso era el que no lo ha cogido”.
Tuvieron que pagar 1000 € para intentar demostrar que el GPS 1 tenía menos precisión que el 2, ya que había una diferencia de más de 10 metros en la posición del vehículo de un GPS al otro, que es muchísimo teniendo en cuenta que hay waypoints que se validan en un radio de 20 metros. La reclamación fue rechazada, siendo penalizados no solo por los 15 minutos, sino también por los otros 15 que perderían en la segunda etapa por el hecho de tener que salir muy atrás en medio de camiones, y hacer 60 kilómetros de noche para acabar la etapa.
Esta situación se repitió en dos ocasiones más durante el rally, pero estuvieron atentos y retrocedieron al momento volviendo a pisar el mismo camino hasta que el GPS principal validaba el punto, perdiendo así tiempo.
Se negó siempre algún fallo de los GPS a pesar que esta situación solo le había pasado a Oriol una vez en 6 años de carreras.
La dupla no se rindió, con un GAP de prácticamente 30 minutos con la cabeza de carrera fue escalando día a día unos minutos, ganando la etapa 5 e imponiendo un ritmo fuerte que haría que varios de los rivales de adelante cometieran errores.
En la etapa 7 conseguían el liderato, y a partir de allí empezó una gestión brutal por parte de Rokas y Oriol, manteniendo a raya a los rivales con unas diferencias muy pequeñas, dosificando el ritmo para no cometer errores ni castigar el vehículo, pero lo justo para forzar a con los demás.
Superaron los dos días de maratón sin asistencia fuera de su especialidad (dunas), aumentando la ventaja a prácticamente 8 minutos a falta de dos etapas, quedando ya solo un candidato con opciones a la victoria, pero ya muy reducidas, el joven piloto rookie Eryk Goczal, copilotado por el también español Oriol Mena.
La penúltima etapa fue de infarto, el pequeño Goczal salió al ataque ayudado por su familia, que también compiten (padre y tío) que le escoltaron y cargaron los recambios y herramientas para que su vehículo pesara prácticamente 100 kilos menos que el de los rivales, pudiendo así recortar más de 4 minutos a Rokas y Oriol.
La última jornada sería prácticamente un trámite, con una especial al lado del mar de solo 138 kilómetros, muy rápida y con zonas de control de velocidad muy largas. La renta de 3 minutos y 24 segundos que tenían Oriol y Rokas era más que suficiente, no podían dormirse, pero solo tenían que llegar a meta.
Decidieron salir sin recambios ni herramientas, ya que romper significaba igualmente perder la carrera. Con un ritmo demoledor lideraron la etapa con más de 4 minutos de ventaja con su rival, ascendiendo así a 8 minutos en la general de la carrera, pero a falta de 50 kilómetros para terminar, cuando ya saboreaban la victoria empezó la pesadilla.
De repente sin ningún golpe ni nada se rompió el cardán del vehículo, perdiendo así la tracción delantera y lo peor, quedando la misma girando sin control golpeando al vehículo. Decidieron seguir lentos para intentar llegar como fuera, y así lo hicieron hasta faltando 30 kilómetros a meta, donde seguían liderando por más de un minuto y medio la etapa, 5 minutos en la general.
Lo peor estaba por llegar, al seguir golpeando la pieza acabó rompiendo el habitáculo del vehículo y peligraba poder golpear las piernas de Rokas y Oriol, allí se dieron cuenta que todo se estaba esfumando de verdad. Tuvieron que parar, y por suerte el piloto estadounidense Mitch Gutrie paró a ayudarles. Intentaron bloquearlo y les remolcó por unos metros, pero siguieron con el mismo problema.
Les prestó las herramientas y desmontaron la pieza que giraba descontroladamente pudiendo así luego continuar por sus propios medios con tracción trasera hasta meta. Más de 20 minutos se dejaron en total y al lado su sueño más que merecido, el de ganar la prueba más dura del mundo, el Rally Dakar. Se tuvieron que conformar con una segunda posición, que en otras condiciones sería un resultado maravilloso, pero ante tener la victoria en la mano supo a poco.
Oriol Vidal, al cruzar la meta desconcertado entre lágrimas nos contaba:
“No lo puedo creer, 15 días de trabajo, remontada y cuando lo teníamos todo bajo control en un instante desaparece. Siento impotencia, no merecemos esto. Siempre sabemos que puede suceder, pero nadie está preparado para sufrir esto tan cerca de meta, es muy duro”.
Muchos competidores se acercaron a consolar a la dupla lituano-catalana, ante el duro golpe que recibieron.