Carlos Soria en la cumbre del Lothse |
De los nueve alpinistas de nuestro país que el pasado día 21 alcanzaron la cima del Lhotse, únicamente Carlos Soria –72 años– regresó caminando. El resto tuvo que ser evacuado en helicóptero bien desde el campo 2 o desde campo base.
Este es el relato de su ascensión.
Lukla, 26 de mayo de 2011
Queridos amigos, os cuento mi ascensión al Lhotse.
El pasado día 18 nos pusimos de acuerdo los compañeros que compartíamos permiso y campo base para la ascensión del Lhotse en partir del campo base pensando en la ventana de buen tiempo prevista para el día 21. Éramos dos grupos: uno formado por Juanito Oiarzabal, Manuel González Lolo, Juanjo Garra, Carlos Pauner y Javier Pérez, con dos sherpas (Norbu y Pasang), y el otro por Muktu Sherpa y yo. Después de pasar por los campos 2 y 3, el día 20 alcanzamos al campo 4. Durante la ascensión, hasta por encima del campo 3, coincidimos con Edurne Pasaban y su equipo, que querían intentar la cima del Everest el mismo día que nosotros.
Cuando llegamos al campo 4 nos encontramos con otros alpinistas de nuestro país: Miguel Ángel Pérez, Roberto Rodrigo e Isabel García, y el mejicano Jorge Salazar. Había dos plataformas desocupadas que ocuparon Juanjo, Lolo y Juanito, y la otra Carlos y Javier.
Yo tenía una tienda North Face V25 y durante cuatro horas paleamos Muktu y yo para hacer un hueco e instalarla lo mejor posible. Finalmente no fue posible instalarla completa. Los dos sherpas de nuestros compañeros no tenían ningún hueco donde dormir ni ninguna tienda y tuvimos que acogerlos en la nuestra, lo que supuso una gran incomodidad para preparar agua y para descansar pues éramos cuatro personas en un sitio muy precario. Nadie me pidió en ningún momento que acogiese a los sherpas pero me pareció que no tenía más remedio. La noche fue muy dura y yo estaba, lógicamente, de bastante mal humor.
A las 12 de la noche nos empezamos a preparar y a las dos de la mañana partimos Muktu y yo con una botella de oxígeno cada uno en la mochila (tenía pensado no usar oxígeno pero me insistieron mis amigos Muktu y Tasi regalándome una botella de oxígeno de la expedición nepalí de la que Tasi era uno de sus dirigentes, insistiendo en que a mis 72 años no debía de prescindir de tener la oportunidad de utilizarla).
Durante las primeras dos horas ascendimos sin hacer uso del oxígeno y después nos pareció ridículo llevarlo a cuestas sin usarlo. Poco a poco fuimos pasando a nuestros compañeros y a las 9.30 h llegamos a la cumbre. Durante la ascensión utilizamos litro y medio por minuto de oxígeno cada uno. Llegamos a la cumbre con un día espléndido y una visión espectacular, sin nada de viento. Desde nuestra posición vimos a dos personas que salían en parapente de la cima del Everest. Después de unas cuantas fotos comenzamos nuestro descenso.
Antes de empezar a descender me quité el oxígeno porque me molestaba mucho, mientras que Muktu bajó hasta el campo 4 con él. Durante nuestro descenso nos fuimos cruzando con los demás compañeros. Mi pensamiento fue que algunos deberían darse la vuelta dado el horario que llevaban. Muktu y yo llegamos al campo 4 sobre las 13.30 h. Decidimos descansar allí para bajar al día siguiente. Aquella noche volvimos a dormir cuatro personas en la misma tienda. No tenía comunicación por radio, mi teléfono satélite no funcionaba muy bien y solo me permitía hacer llamadas, no recibirlas. Durante la noche oí algunos gritos (durante la ascensión no llevé mis audífonos) y pensé que era gente que estaba llegando al campamento.
Como acostumbro, me levanté temprano y antes de iniciar mi descenso vi que llegaban Robert e Isa. Al comenzar a bajar pregunté a Juanito por nuestro compañero Lolo, y me dijo que creía que había tenido una caída en el couloir, ya que ni Rober ni Isa en su bajada le habían visto. Al campo 2 llegué alrededor de las 11 de la mañana. Al pasar por el campo de Rusell (Himalayan Experience), Billie (la ayudante de Miss Hawley) me invitó a tomar té. Fue en este momento cuando tuve noticia del rescate que se estaba desarrollando detrás de mí.
Marché a mi tienda donde nos encontramos a Shange, hijo de Muktu, que había subido encargos que le había hecho Carlos Pauner y también porque su padre quería que le ayudara en el porteo de descenso del material. Aquella misma tarde Muktu baja al campo base con parte de nuestro equipo y Shange y yo esperamos al día siguiente para descender, porque prefería descansar y cruzar la Cascada de Hielo a primera hora de la mañana. Aquella noche y también por la mañana tuvimos que hacer agua para los sherpas de Juanito, Lolo, Juanjo, Carlos y Javier porque no tenían infiernillo.
Después de recoger nuestro campamento empezamos el descenso con los dos sherpas. Uno de ellos tenía una grave dolencia ocular, le atendí prestándole mis gafas y poniéndole colirio por prescripción del médico Carlos Martínez, que atendió mi llamada de teléfono satélite. No mejoró mucho y durante el descenso varias veces le insté a que dejara la carga, a lo que se negó rotundamente. Llegamos al campo base alrededor de las 11 de la mañana, habiendo recogido todo el material nuestro que había en los campamentos de altura.
En ningún momento pedí auxilio, necesité rescate ni tratamiento médico.
Al día siguiente de mi descenso al campo base, Darío Rodríguez y yo iniciamos el regreso, andando, que hemos hecho en tres días hasta Lukla, adonde hemos llegado hoy. Mañana tomaremos el avión a Katmandú.
Carlos Soria