Ángel G. Alameda / Hay victorias que se celebran con los brazos en alto y otras que pesan más de lo que brillan. La de Likina Amebaw en el 71º Cross Internacional de Zornotza (Amorebieta-Etxano) pertenece a la segunda categoría. La atleta etíope, afincada desde hace cinco años en Peguerinos (Ávila), volvió a conquistar con autoridad uno de los grandes templos del campo a través europeo, pero lo hizo con una mezcla de satisfacción y melancolía: mientras tramita su nacionalidad para competir por Qatar, tras dos años de silencio administrativo de España.

🥇 De nuevo, la reina de Amorebieta

Dos años después de su último triunfo en Jauregibarria, Amebaw volvió a dominar la prueba vasca, integrada en el World Athletics Cross Country Tour Gold, imponiéndose con claridad sobre la portuguesa Mariana Machado y la española Naima Ait Alibou, en una carrera que sentenció a falta de dos kilómetros para el final.

Sobre los 8.700 metros de un circuito exigente y en perfecto estado, Likina volvió a mostrar su zancada poderosa y su resistencia inagotable. A partir del sexto kilómetro, lanzó un cambio de ritmo demoledor que dejó sin respuesta a sus rivales. Cruzó la meta con 20 segundos de ventaja sobre Machado y 34 sobre Alibou, en una nueva demostración de dominio y madurez competitiva.

Fue, además, una jornada de fiesta para el atletismo, con público entregado y centenares de corredores populares acompañando a la élite en un escenario que respira historia desde 1954. Pero entre los aplausos, la victoria de Amebaw tenía también un trasfondo agridulce.

🇪🇹 Una campeona sin país

Likina Amebaw llegó a España en busca de estabilidad, oportunidades y una bandera bajo la que competir. Hija de una familia de agricultores en Etiopía, creció en una región de grandes fondistas, donde prometió a su padre que algún día sería una de las mejores corredoras del mundo.

De niña se mudó sola a Addis Abeba para entrenar, dejando atrás su hogar y los estudios. Allí vivió los rigores del alto nivel: presiones, lesiones y renuncias. Cuando apenas rozaba la mayoría de edad, los técnicos etíopes quisieron convertirla en maratoniana. Aquello le dejó secuelas físicas y emocionales.

Fue entonces cuando conoció al español Alberto García Pérez, atleta y representante. Con él inició una nueva vida en España, instalándose en Peguerinos (Ávila), donde entrena desde hace más de cinco años. Bajo la bandera española ha ganado todos los grandes crosses nacionales —Itálica, Atapuerca, Amorebieta—, pero no ha podido representar a España en campeonatos internacionales, al no haber obtenido aún la nacionalidad.

Su expediente, iniciado en 2022, permanece sin respuesta. Mientras tanto, ha rechazado competir bajo la bandera de Etiopía, a la espera de un pasaporte que no llega.

Cansada de esperar, ha decidido mirar hacia otro horizonte: Qatar. El país del Golfo, que ha nacionalizado a numerosos atletas africanos en las últimas décadas, le ofrece la posibilidad de competir en los próximos Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.

💬He trabajado por un sueño, solo quiero correr

Amebaw no oculta su frustración. “He hecho todo lo que me han pedido. Vivo aquí, entreno aquí, corro por clubes españoles, tengo amigos y una vida aquí. Solo quiero competir sin que me pregunten de dónde soy, porque mi corazón está en España”, confesó recientemente en declaraciones a medios locales.

Pese al golpe emocional que supone cambiar de bandera, Likina mantiene la mirada en el futuro. “Si no me dejan correr por España, correré donde me dejen. No puedo esperar eternamente”, explica. Su decisión de aceptar la oferta catarí no es un adiós, sino una salida a una situación que considera injusta.

🏃‍♀️ Entre Peguerinos y el mundo

En Peguerinos, un pequeño pueblo abulense de poco más de 250 habitantes, la ven cada mañana subiendo las cuestas nevadas, entrenando en silencio, con la misma disciplina que la llevó de las montañas etíopes a los podios europeos. Su presencia se ha convertido en un símbolo de esfuerzo y humildad. “Es una más del pueblo. Siempre sonriente, siempre corriendo”, dice uno de sus vecinos.

Allí ha encontrado la paz que le faltó en su país natal, y desde allí sigue soñando con grandes citas: el Mundial de Cross, los Juegos Olímpicos o una maratón internacional que le consagre entre las mejores del planeta.

🌍 El dilema de las fronteras y los sueños

El caso de Amebaw es el reflejo de una paradoja cada vez más visible en el atletismo moderno: atletas formados y afincados en un país que no les permite representar sus colores por la lentitud burocrática. Mientras tanto, federaciones como la catarí, con procesos más ágiles, abren sus puertas a talentos que solo buscan una oportunidad.

Likina lo resume con una frase que repite a menudo: “Yo solo quiero correr. No corro por un país, corro por mi sueño”.

Y en Amorebieta, donde volvió a ser la reina indiscutible del barro y el esfuerzo, lo demostró una vez más. Aunque el futuro la lleve a vestir otro color, su historia seguirá teniendo raíces profundas en la tierra fría de Peguerinos, donde cada zancada suya resuena como un eco de lucha, constancia y dignidad.

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