Ángel G. Alameda / Todos los años se repite el mismo guión de la película. Cuando finaliza la temporada pasan semanas y semanas hasta tener las primeras noticias de lo que ocurrirá en la campaña siguiente. El Real Ávila terminó hace tiempo su participación futbolística y desde entonces el mutismo de la junta directiva es absoluto.
En una temporada convulsa, con concurso voluntario de acreedores incluido, los cada vez menos aficionados que apoyan al club encarnado se preguntan que pasará la temporada que viene. Nada se sabe de la resolución de dicho concurso. El administrador Aurelio Gurrea apenas ha hecho manifestaciones sobre la viabilidad y futuro de la sociedad anónima deportiva. Tampoco los dirigentes de la entidad encabezada por David Rueda han dicho nada después del último partido en Mérida. Su mutismo es desesperante para aquellos que han luchado por el club, unos en el campo, los jugadores, y otros desde fuera, aportando su granito de arena, salvando el culo a aquellos que legalmente estaban obligados en su condición de propietarios de la sociedad.
El Real Ávila ha podido finalizar la temporada 2013/2014 gracias a las iniciativas y la valiosa aportación económica de la Plataforma SOS Real Ávila que ha corrido con muchos de los gastos que tenía que afrontar el club. Y la cantera de la Escuela Municipal se ha mantenido porque el Patronato Municipal de Deportes se hizo cargo de ella. Hace unos días personas vinculadas al club salían a la palestra anunciando que la futura gestión de la misma correría a cargo de una asociación de padres y monitores, independiente del club.
¿Y a partir de ahora qué? ¿Tendremos la temporada 2014-2015 equipos del Real Ávila en Tercera División y en las categorías regionales y provinciales? Varios futbolistas de la plantilla han denunciado a la AFE la deuda que tiene con ellos el club por impago de las últimas mensualidades y que de no hacerla efectiva el deudor podría verse descendido de categoría. Si eso es muy grave, peor es la actitud de los directivos que no quieren dar la cara ni ante los que sudaron la camiseta para hacer posible la clasificación para el play off, ni ante el grupo de personas que conforman la Plataforma SOS Real Ávila que han puesto todo su esfuerzo para que el equipo siguiera adelante y no tuviera que abandonar la competición en plena temporada.
Esperemos que todo este silencio sea el mismo que desgraciadamente viene sucediendo en los últimos años y que luego, con mayor o menor volumen, se convierte en ruido durante el mes de julio. Mientras, vemos con sana envidia como el Atlético Astorga, equipo de una localidad leonesa más pequeña que Ávila, está a una eliminatoria de lograr el ascenso a Segunda B. Habría que preguntar a su presidenta Sagrario González como lo han hecho. Por salvar casi un siglo de historia del Real Ávila cualquier cosa vale menos el silencio.
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