«Los otros sueños», el documental sobre el ex futbolista abulense, se estrenará el 10 de abril

César Jiménez imparte su sabiduría futbolística a los niños de la Escuela Deportiva Linko
El Periódico de Aragón / Mantiene su espíritu positivo y eso le permite analizar la jugada que marcó su carrera con menos rabia que el zaragocista común. Hace más de diez años ya que Luis Figo le destrozó la rodilla izquierda a César Jiménez (Ávila, 28-11-77) con una entrada que provocó el calvario de dolor y quirófanos. Cuatro operaciones en menos de dos años le obligaron a retirarse. Ahora va a contar su historia sin rencor en un corto documental que presenta dentro de diez días.

–Va a plasmar su vida futbolística en un documental. ¿Cómo ha surgido esa idea?
–Hace unos años ya que venía hablando con unos amigos de hacer un corto documental, y al final la posibilidad ha surgido ahora, después de salir de Zaragoza a final de verano y volverme corriendo a Ávila. Tiene dos vertientes: una personal en la que se cuenta mi trayectoria desde que empecé a jugar en Ávila hasta que llegué a ser profesional, y otra que está basada un poco en la pedagogía del esfuerzo y que puede servir a los niños como ejemplo de qué hay que hacer para conseguir un sueño, ya sea en el mundo del fútbol o en otros ámbitos.
–¿Tiene título?
–Los otros sueños. Es la vida de César Jiménez, pero enfocado hacia el esfuerzo que hay que hacer para llegar, que muchas veces no nos damos cuenta.
–Suena muy profesional.
–Lo hace una productora que se llama Tanita Films, que es de un chico que tiene mi edad, Jesús del Caso. Es productor y actor. Salió en Celda 211, por ejemplo. También nos han ayudado los chicos de sonido de Calle 58, que han estado nominados para los Goya. Son gente de Ávila, todos profesionales, que viven en Madrid. Ha sido una experiencia curiosa, bonita.
–¿Ha sido muy largo el rodaje?
–Se ha grabado en un mes, más o menos, todo muy seguido porque luego ellos tenían compromisos de trabajo. Yo le di al director toda la información que tenía de mi carrera desde que empecé. Él marcó un guion y eligió los escenarios y las pautas de grabación. Estuvimos en Madrid rodando con Del Bosque, Celades, Pavón y Esnáider, que son parte de mi vida cuando yo jugaba. Y luego en Zaragoza con Míchel, el fisio, Luis Costa y Santi Aragón, que fue compañero primero y después mi jefe en la Ciudad Deportiva. También salen mi familia, mis amigos, los campos en los que yo empecé a jugar a fútbol…
–¿Cuándo lo presenta?
–El día 10 en Ávila es la premiere en el Palacio de los Serrano, un sitio muy bonito. Dura entre 15 y 20 minutos, pero yo no lo he visto montado todavía. Ha salido un trailer en youtube, pero tengo ganas de verlo ya.
–¿Ha regresado a Ávila para cerrar el círculo o aún le quedan vueltas por el mundo?
–Nunca se sabe, no descarto nada. Por circunstancias hemos tenido que volver a Ávila, pero nunca se sabe qué pasará dentro de un año.
–¿Recuerda cuando salió por primera vez de su casa?
–Sí, claro. Llegué al Madrid con 15 años y la experiencia fue muy buena. No es fácil. Yo vi compañeros que se tenían que marchar porque no aguantaban, no se adaptaban, pero yo estuve muy bien.
–¿Cuánto tiempo estuvo?
–Cinco años: los tres de juveniles, uno en el C y otro en el Castilla. Allí coincidí con Tote, Riverita, Mista… Estaba Miguel Ángel Portugal de entrenador. Yo hice la pretemporada y empecé la Liga en el Castilla, pero vi que no jugaba y yo lo que quería sobre todo era jugar, así que en octubre me fui al Zaragoza.
–Con Manolo Villanova en el filial fue creciendo como futbolista y también en minutos.
–Sí. Jugamos dos años el playoff de ascenso a Segunda, teníamos buen equipo. Luego tuve una buena oportunidad en el Almería, donde jugué dos años. Me fui el año que estaban Komljenovic y toda esta gente, me di cuenta de que no iba a jugar.
–Antes había debutado con el Zaragoza de Luis Costa. ¿Ya lo conocía?
–No me había entrenado, pero estaba en la secretaría técnica y era el responsable de hacer los fichajes para el filial.
–No se puede pedir un debut mejor en Primera, con un gol a los 8 minutos de juego ante el Osasuna en La Romareda. ¿Se acuerda?
–Sí. Fue un falta cercana al córner que sacó el Toro Acuña. Debutar con gol, además, te da tranquilidad, seguridad. No recuerdo cuántos partidos jugué esa temporada (4 en Liga y 1 en Copa), pero fui muchas veces convocado y tuvimos la suerte de ganar la Copa del Rey.
–Participó en esa edición copera, así que es por derecho propio campeón de la Copa del 2001.
–Sí, y de Supercopa. Estaba en el banquillo cuando la ganamos en el 2004 en Valencia.
–¿Solo 22 minutos jugó esa temporada? 
-Sí. Esperé tantos meses a jugar y luego pasó eso.
–¿Qué siente al pensar en el 16 de enero del 2005? 
-Me dicen muchas veces que se ve en las imágenes cómo me duele, pero yo de eso no me acuerdo. Recuerdo estar con Míchel y el doctor en la banda y no poder ponerme de pie, la pierna se me iba. Al ver las imágenes me doy cuenta de que estaba encogido y retorciéndome de dolor, pero yo no lo recuerdo.
–¿Da más miedo la entrada por la tele que lo que sintió en directo? 
-Sin duda. Justo después del partido me llamó un amigo y me dijo: «¿No has visto la entrada? Cuando la veas, vas a flipar». Y es así, por la tele es escalofriante. En directo no lo recuerdo.
–¿La ha visto muchas veces? 
-Sí. Ahora con el documental la hemos visto más veces todavía, pero lo tengo asumido, es una parte más de mi vida.
–Al principio lo llevó muy bien, incluso perdonó a Figo inmediatamente por su entrada. ¿Le ha cambiado la percepción con el tiempo? 
-Es una acción que se podía haber evitado, pero pensar en eso lo único que podía provocar era que se retrasase mi vuelta al fútbol, no me servía para nada. Ahora es parte de mi vida, pero yo soy una persona optimista y siempre miro hacia delante. Atascarme en ese día no me iba a servir de nada en la vida.
–¿Se imagina que hubiera sido al revés la entrada? 
-Me lo han dicho muchas veces, pero no le quiero dar vueltas a qué hubiera pasado si lesiono a un galáctico de Florentino. Eso no sucedió.
–También le hizo una buena campaña el Madrid para lavarle la imagen. 
-Sí. No hace falta decir nada del Madrid como institución.
–Llevaron a Figo a su casa en un viaje exprés. ¿Qué le dijo? 
-Qué va a decir. Me llamó Pardeza para preguntarme si tenía algún inconveniente en que viniera a Zaragoza a disculparse. Yo estaba muy jodido, pero acepté que viniese. Vino con Butragueño y Pardeza.
–¿Le reprochó algo? 
-Le dije que había sido una entrada absurda, totalmente evitable… Poco más, qué le vas a decir. Y él solo decía: «Sí, sí, sí… Lo siento, lo siento».
–¿Cree que Figo fue con mala intención? 
-Él va con los tacos por delante, a protegerse, y si hace daño, pues eso… Si me hubiera dado un poco más arriba, pues habría sido un golpe y nada más. Lo peor para mí es que esa entrada era totalmente evitable, y así se lo dije a él. En la época del Barcelona ya hacía entradas parecidas, siempre dejaba un poco la plancha.
–¿Se acuerda del árbitro? Pitó la falta, pero no sacó ni tarjeta amarilla. 
-Losantos Omar. Me acuerdo perfectamente de él. Estaba cerca, pero no lo castigó. Le tenían que haber metido la sanción adecuada para que eso no volviese a ocurrir, pero insisto en que yo no me quería bloquear en esa jugada. Eso iba contra mí y contra mi progresión y yo lo que quería era volver a jugar.
–Y volvió. 
-Me volví a lesionar, tuve dos cruzados seguidos y una artroscopia, dos años durísimos. Al final volví, tuve la suerte de jugar algunos partidos y de irme con otro sabor de boca.
–¿Con Figo volvió a hablar? 
-Me llamó alguna vez, pero ese verano ya se marchó al Inter y no he vuelto a saber nada de él. Normal también.
–¿Qué vino después? 
-Momentos muy malos, malísimos. Estas lesiones son muy duras, muy largas. Tienes que tener la cabeza bien fría. Con Míchel pasaba más tiempo que con mi familia. Mañana, tarde, piscina, correr… Él empleaba tiempo del suyo para estar conmigo. Más que un fisioterapeuta pasó a ser un psicólogo. Para mí fue fundamental.
–¿Cuánto le aguantó la fe antes de rendirse? 
-Casi dos años. Anuncié mi retirada (14 de marzo del 2007) ya cuando llevaba cuatro operaciones en la misma rodilla, dos de cruzado, de seis u ocho meses cada una, y dos artroscopias. No podía jugar, enseguida se me inflamaba y me volvía el dolor. Lo tenía que dejar.
–¿Le entraron dudas? 
-Sí. No sabía muy bien si quedarme, si volverme a Ávila… Entonces apareció Santi Aragón, que era presidente de la Fundación, y me llamó para entrar a formar parte del club. Me lo pensé un tiempo, pero al final le dije que sí porque en Zaragoza estaba encantado de la vida. Empecé con los más pequeñitos, luego en alevines, el infantil… Y al final compaginando como entrenador del filial con Emilio Larraz y llevando el Infantil A.
–¿Esperaba seguir? 
-Sí. Acordamos unas condiciones que luego cambiaron y decidí irme a Ávila. No vi mucho interés en que me quedara, aunque yo quería continuar. En fin, me fui con lo puesto, como se suele decir, sin nada preparado.
–¿Al Zaragoza lo sigue? 
-Sí, todos los días. Faltaría más. Lo veo un poco irregular, pero lo bueno que tiene la Segunda División es que es una Liga muy larga. Hay que fijarse en lo que hizo el Córdoba el año pasado, por ejemplo.
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