Carlos Sastre alza los brazos como vencedor en Alp D´Huez en 2008 |
Lainformación.com / Carlos Sastre (Leganés, 1975), se convirtió el 23 de julio de 2008 en el séptimo español ganador del Tour de Francia, una gesta que tuvo como embrión un lugar mítico: el Alpe D’Huez, donde el ciclista afincado en Ávila se rebeló contra el desconcierto que reinaba en el CSC de Bjarne Riis y los intereses contrapuestos de los hermanos Schleck.
Aquella decisión le permitió a «Míster top ten» alcanzar la gloria en París. Cinco años después de aquella gesta el Tour vuelve al Alpe D’Huez y Sastre recuerda con EFE aquel día.
Pregunta. Toda una vida merodeando entre los diez primeros de las grandes por etapas y en 2008 gana el Tour. ¿De verdad soñaba con ganar esta carrera?
Respuesta. Todos los profesionales sueñan con ganar el Tour. Cuando empecé lo veía como algo muy lejano, pero siempre pensé que tenía capacidad para ganarlo y quería trabajar para ello. En cualquier equipo siempre hice lo que me pedían y hubo un momento en que aprendí a llevar un equipo. Asumí una responsabilidad y en dos años, 2006 y 2007 ya estuve cerca de la victoria.
P.Y en 2008 llegó «la rebelión del Alpe D’Huez», gana la etapa y más de medio Tour
R.- Sabía que si quería ganar el Tour era mi última oportunidad, la que llevaba mucho tiempo esperando, era el día ideal para abrir diferencias y me dejé la vida en ello.
P. Pero tuvo que tomar decisiones dentro de un equipo donde estaban los hermanos Schleck también con sus objetivos. Se tuvo que poner serio.
R.- Antes de tomar la salida de aquella etapa había 20 tácticas diferentes y se discutió mucho, la gente estaba nerviosa y no sabía qué hacer. Yo preparé mis cosas ajeno a todo. Me preguntaron si tenía algo que decir y subrayé que hacía falta una táctica que funcionara, y que yo iba por la etapa. Ese día salimos del autobús sin saber qué hacer.
P. ¿Y los hermanos Schleck qué dijeron?
R. En la etapa hubo tensión y la mayoría del equipo me apoyó, Luego les dije a los hermanos de atacar desde la base del Alpe D’Huez y ellos querían atacar solo al final,
P. Entonces llegó su gran decisión: al ataque
R. Cuando ataqué desde abajo, a 15 kilómetros de meta hubo desconcierto, no se lo creían. Sabía que era mi día, pero aposté por todo. Subiendo me dolía todo, pero pensé que no me podía ir a casa sin haberlo intentado por lo menos. Fui cogiendo tiempo en solitario y me centré en sufrir, sin pensar en más. Quería ganar una etapa que te da nombre y prestigio, no me planteaba ser líder. Aquello se me quedó grabado para siempre.
P. Tiene que admitir que fue una sorpresa, ya que nadie apostaba por usted
R. Nadie daba un duro por mí. Lo comprobé con comentarios posteriores a la etapa. Muchos decían que iba a perder el maillot amarillo en la contrarreloj posterior. Y no fue así. Había comenzado un sueño y sabía que lo podía mantener.
P. Luego cuatro días de amarillo hasta París en los que tampoco le facilitaron las cosas.
R. Me criticaban todo dentro y fuera del equipo, hasta las siestas que me echaba, y que me quedara dormido en el coche, ajeno a la tensión del momento. Solo estaba cargando las pilas,pero algunos pensaron que pasaba de todo. También decían que no me preocupaba de ir a ver el recorrido de la contrarreloj. Antes de la etapa me eché una siesta de una hora, y cuando me desperté tuve un subidón tremendo, y es cuando supe que estaba listo para defender el liderato.
P. Usted alcanzó la cima pero fue un anti-ídolo y la organización del Tour no le trató como se le trata a un campeón.
R. Se me faltó al respeto en 2009. Al último ganador se le tiene en cuenta, pero parecía que solo existía Lance Armstrong, que había vuelto. Aquel año estaba en un equipo nuevo, hecho para mi, con un proyecto que nunca se ejecutó. Estaba agotado. Cometí errores porque creí que podía cambiar el mundo y me equivoqué. Los medios de comunicación tampoco estuvieron a la altura.
P. Esos errores los pagó en parte la prensa, ¿no?
R. No fui mediático ni daba titulares, pero tampoco vendía humo. Hubo medios que dijeron que gané un Tour descafeinado porque no estaba Alberto Contador ni los mejores del pelotón. La organización me privó de salir con el maillot amarillo en la salida, algo que nunca entendí. Luego me disculpé ante algunos por los errores.
P. Cómo recuerda la entrada en París?
R. Cuando llegué vi a mi mujer, mis hijos, mi familia… Entré en meta el último de mi equipo, llorando, porque acababa de lograr mi sueño desde que era pequeño. Sentí una fuerza tremenda, tenía en ese momento todo lo que más quería, menos al Chaba, a quien le estaré eternamente agradecido por todo lo que me enseñó en su vida, y también con su muerte.
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