Diego Rubio |
Marca / «Me la han liado bien«, confiesa a MARCA Diego Rubio, de 25 años, natural de Navaluenga, el pueblo abulense de Paco Mancebo, tantas veces compañero de entrenamientos. El contraste de un escalador con 40 años y 64 kilos y un joven rodador de 1,93 de estatura y 80 kilogramos de peso.
Rubio está disgustado. Se ha sometido el lunes a un TAC en la Mutua Navarra, en Pamplona, y «en un 90%» se llegará a la conclusión de que hay que extirpar un pequeño hueso de la muñeca izquierda, el ganchoso, también llamado hamato. Y, aunque suena a broma, la fractura interesa «al gancho del ganchoso«, según precisa el muy prometedor corredor del Caja Rural-Seguros RGA. Tiene poca gracia, porque la lesión se la hizo en Qatar el 10 de octubre, cuando estaba a punto de debutar en el Mundial elite con la selección española de Javier Mínguez. En uno de los primeros entrenamientos se fue al asfalto y se hizo daño. Parecía que era cosa menor, aunque las placas hechas en Doha revelaron la fractura del minúsculo hueso. Una lesión poco frecuente. Rubio debutó en un Campeonato del Mundo con un fuerte vendaje y castigado por el dolor. Hasta que puso pie a tierra en un día pésimo del equipo español.
Desde entonces, la supuesta tontería que se curaba en poco tiempo ha degenerado en un pequeño calvario. «Me han dado seis o siete tratamientos en este mes, todos fallidos. Me puse una muñequera, pero se tenía que haber inmovilizado la zona desde el principio. Los médicos a los que consulté no sabían muy bien lo que tenía«, relata Rubio en conversación con este periódico. Finalmente, decidió ponerse en manos del traumatólogo Ángel Recarte, que con casi toda seguridad le extirpará el ganchoso el próximo jueves. «Yo lo que quiero es saber a qué atenerme. Salir de la lesión y recuperarme«, dice con amargura tras un periodo de confusión demasiado largo.
Adiós a Argentina
Ahora no quiere ni hablar de calendario. En principio estaba seleccionado para correr en la Vuelta a San Juan, en Argentina a finales de enero, pero su viaje ha quedado descartado. Estas últimas semanas ha hecho algo de rodillo, «pero muy incómodo, con cojines«, un poco de gimnasio, piscina y mucho caminar por los montes de su tierra para mantener la musculatura.
La última fase de la temporada 2016 había sido la de su aparición en primera línea del pelotón español. En los Campeonatos de Europa desplegó una fuerza y un carácter sensacionales a lo largo de los más de 230 kilómetros de carrera, hasta llevar a Daniel Moreno hacia la medalla de bronce. Antes había ejercido de secante tras un peligroso ataque del belga Philippe Gilbert.
Esa actuación sobresaliente le confirmó en la agenda de los grandes equipos WorldTour y lo catapultó al Mundial. Una gran alegría, una ilusión desbordante y, finalmente, un logro pisoteado por el destino. Pero al abulense, si sigue su progresión -se intuye gran gregario, pero podría aspirar a papeles protagonistas-, acudirá a muchas citas de primer nivel. Una vez liberado del laberinto médico.