A unos la gloria les llega antes, a otros después. A algunos, los menos, les llega poco después de dar el salto casi sin despeinarse. Pero otros deben ir pasito a pasito, labrándose esa gloria peldaño a peldaño. Sin mirar atrás ni conformándose con lo ya realizado. Aspirando a un poco más cada temporada que pasa.
La experiencia, se suele decir, es la madre de las ciencias. Y esa es la ciencia que aplicó Carlos Sastre en su trayectoria, a la que ha puesto punto y final, como ciclista profesional. La de escribir despacio pero con muy buena letra. Hoy toca trabajar, ya llegará mi oportunidad. Sigo evolucionando, aprendiendo. Siendo cocinero antes que fraile, esperando mi momento. Y el momento, la gloria, llegó. En París. En el Tour.