Ángel G. Alameda / Aún no hay cumplido los 40 años y ya está en la élite de los entrenadores de la primera división del fútbol español, la Liga EA Sports. Como entrenador del Leganés, el abulense Borja Jiménez marcha en quinta posición del Trofeo Miguel Muñoz que valora a los técnicos de la máxima categoría con los mismos cincuenta puntos que Imanol Alguacil, Vicente Moreno o Iñigo Pérez y por delante de Míchel Sánchez, Jagoba Arrasate, Ernesto Valverde, José Bordalás, Carlo Ancelotti o el ‘Cholo’ Simeone. Casi ná.

No es extraño el éxito actual de Borja, que acaba de recibir uno de los premios que Marca ha otorgado a los mejores de la temporada pasada, el Trofeo Miguel Muñoz al mejor entrenador de segunda división, la Liga Hypermotion, tras ascender al Leganés como campeón de la categoría que lideró durante 30 de las 42 jornadas de competición.

Podría haber sido un piloto de carreras automovilísticas. Compitió con karts. El motor le viene de familia, no en vano su padre Carlos Jiménez lleva muchos años como presidente de la Federación de Automovilismo de Castilla y León y es propietario de una autoescuela Pero no, Borja eligió el camino del fútbol desde los banquillos porque lo de ser jugador no iba con él.

Desde muy joven entrenó en el fútbol base abulense hasta que tuvo la oportunidad de ser el segundo de José Luis Diezma en el Real Ávila, entonces en Tercera División y con el que disputó fases de ascenso a Segunda División B. Ya como primer míster encarnado también pudo clasificar al equipo para una promoción de ascenso, pero comenzada la temporada siguiente fue sustituido. No fue un paso atrás, sino todo lo contrario porque optó a ser uno de los miembros del cuerpo técnico de la selección AFE, formada por futbolistas que no tienen equipo. De ahí pasó al Real Valladolid, a entrenar a su equipo cadete.

Resulta que el segundo equipo blanquivioletas, el B, estaba en posiciones de descenso y no tenía visos de que aquello pudiera arreglarse. Pero el club de Pucela tomó la arriesgada decisión de poner al frente del filial al abulense, que entonces apenas tenía 30 años. Lo salvó y conservó la categoría en Segunda B.

Lo lógico es que Borja hubiera continuado al frente del Real Valladolid B, pero tomó el camino de ir a entrenar a Navarra, al Izarra, equipo de Segunda División B con el que lograba la permanencia. Se marchó a continuación a Vigo, al Rápido de Bouzas, recién ascendido a la categoría de bronce, con el objetivo de mantenerlo. No solo le aseguraría seguir un año más en Segunda B, sino que estuvo a punto de clasificarlo para la fase de ascenso a Segunda A.

Su buen hacer no pasó inadvertido para uno de los mejores clubes de Segunda División B, el Mirandés. Y con él conquistaría la Copa RFEF y le subiría a la división de plata, en la que no le llegó a entrenar sino que probó suerte en la Superliga de Grecia al frente del Asteras Tripolis. Allí la fortuna no le acompañó y le cesaron. Poco duró sin banquillo porque en la misma temporada sustituyó a Gustavo Munúa -que se iba para ser el seleccionador de Uruguay- como entrenador del Cartagena en Segunda B. En la media campaña que estuvo alcanzaba su segundo ascenso a Segunda División A, además consecutivo, ya en plena pandemia del Covid.

Borja empezó una segunda temporada en en el Cartagena, pero no la terminó porque fue destituido. Al principios de la siguiente se fijó en el abulense el histórico Deportivo de La Coruña, que estaba en Primera RFEF con el que se quedó a las puertas del ascenso al perder en el partido decisivo por 1-2 en Riazor con el Albacete. La directiva coruñesa siguió confiando en el técnico aunque no lograría acabar la temporada.

Su siguiente paso fue en el Leganés, al que a las primeras de cambio le llevaba a la Liga EA Sports, motivo por el que recibió el pasado martes en el Salón Luis Aragonés en la sede de la Real Federación Española de Fútbol en Las Rozas el Trofeo Miguel Muñoz que le acredita como el mejor entrenador de la Segunda División española de fútbol. Sumó 77 puntos, quedando por delante de José Alberto López, del Racing de Santander, y de Cristóbal Parralo, del Racing de Ferrol.

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