Covadonga Parrondo fue la primera fémina en llegar
Alba Palacio / La décima edición del Cross Alpino Madrileño se saldó el pasado domingo con 239 corredores terminando la prueba de montaña que no exenta de dureza salva un desnivel de 400 m. por un entorno natural privilegiado en el término municipal de Cebreros. El atleta Fernando Carrasco se hizo con la victoria de la prueba en un tiempo de 1:34.56, el que empleó en completar los 22 kilómetros de distancia.
Carrasco fue el primer sénior masculino, seguido a casi un minuto por Óscar Baeza –también atleta sénior– y con algo más de dos de ventaja sobre Rafael Martín, el primero en la categoría de veteranos A. A continuación llegaba el segundo veterano A, Ángel de la Encarnación Moreno; en quinto lugar el que cerraba el podio sénior, Sergio Cabrero; y en sexto el tercer veterano A, el atleta local Luis Álfonso Rodríguez.
En décima posición cruzó la línea de meta José Prieto Sánchez, el primero de los veteranos B, con casi nueve minutos más que el ganador. El segundo puesto de la categoría se lo adjudicó Alfredo Martín –vigésimo en llegar–, y el tercero Ángel Bonilla, ya ocupando el lugar 49º de la clasificación general.
Un total de 13 féminas lograron acabar la carrera. Cinco de ellas en la categoría sénior, donde la mejor fue Covadonga Parrondo, seguida de Helena González y Fabia Codalli. Ocho mujeres pertenecían a la categoría veteranas que se adjudicó Aurora Jiménez, completando el podio por este orden Arancha Álvarez y Esther Tomás.
La organización del Cross Alpino Cebrereño estuvo a cargo del Grupo de Senderismo y Montaña Los Brajales, que lo hizo con buena nota.
La carrera tuvo salida neutralizada desde la Plaza de España de Cebreros hasta empezar las primeras rampas que conducen a una ascensión de unos 6 km. Luego se bajó un par de ellos hasta acometer una dura subida por senda de un par de km., antes de emprender cuatro de bajada, atravesando el río. El último tramo contó con otra ascensión, la más difícil, en la que los deportistas tuvieron que salvar más de 1.000 m. por un autentico berrocal pedestre. Una vez en el Puerto de Arrebatacapas –un espléndido mirador del valle– llegaba el descenso hasta la meta, de nuevo en la Plaza de España.