De izquierda a derecha: Pablo Domínguez, Andrés Llorián y Luis Perote. Foto: @RealAvilaCF

Ángel G. Alameda / Día difícil para un histórico del fútbol abulense. El gran capitán del Real Ávila en las últimas cinco temporadas, Andrés Llorián Caicoya, ha anunciado su adiós como jugador en activo del club encarnado, del que no se desligará porque, además de seguir entrenando a un equipo de la cantera, el defensa ocupará un cargo en el organigrama de la entidad como director de relaciones institucionales, representando al club y a la ciudad en Segunda RFEF.

Un cargo y una función acordes a los innumerables méritos contraídos por quien ha defendido por encima de todo la elástica centenaria durante 12 temporadas, que le han llevado a ser el tercer futbolista con más partidos vistiendo la misma –más de 350-, después de Luis Ortega y José Enríquez.

El asturiano de 34 años, que aterrizase en la capital abulense allá por el año 2012, procedente del filial del Atlético de Madrid, en el que llevaba dos años sin apenas jugar, ha mostrado siempre su amor por el Real Ávila, la que siempre ha sido su casa y a la que regresó tras un intento fallido de jugar en el Atlético Astorga y en la que permaneció cuando el equipo abulense descendió a categoría regional, rechazando ofertas de conjuntos de categoría superior porque en su conciencia estaba la obligación de recuperar la Tercera División perdida.

LA DESPEDIDA, MEJOR JUGANDO

En presencia de Luis Perote y Pablo Domínguez, propietario y director de operaciones, respectivamente, del Real ávila, Llorián ha anunciado su retirada en la sede del club abulense, tras no ser renovado para el proyecto de Segunda RFEF, la categoría alcanzada con un ascenso que pone la guinda a su carrera deportiva. El de Noreña cree que es el momento de dar un paso al lado. “Me hubiese gustado despedirme en el verde pero las circunstancias son las que son y no ha podido ser”, señala, añadiendo que se lleva el cariño de la gente, lo más importante para él.

Quien durante años corriese la banda izquierda del Adolfo Suárez recuerda que estuvo “en uno de los peores, si no el peor, momento de nuestro Club, cuando lo más fácil era irse y buscar nuevos retos, pero decidí quedarme y apostar por el viejito… Y después de mucho trabajo, sacrificio e incluso lágrimas, viví el mejor momento desde que llegué aquí: el ansiado ascenso en el año del centenario”.

En Ávila se hizo hombre, reconoce Llorián: “Llegué a Ávila siendo un niño de apenas 21 años y se va un hombre con la cabeza alta y orgulloso de su paso por este equipo y esta ciudad, que ya es MI CASA”. Y se marcha orgulloso de “vestir y portar el brazalete del ‘Viejito’”, haciéndolo con modestia y pidiendo perdón “si en algún momento en estos 12 años no he estado a la altura de este nuestro Club ya centenario”.

AGRADECIMIENTOS

A muchas personas agradece el futbolista su estancia en el Real Ávila: a los fieles que no le dejaron solo “en los buenos momentos y sobre todo en los malos”; a los compañeros, cuerpos técnicos, directivas y distintas propiedades que ha conocido en su larga estancia por “hacerme querer a este equipo como ellos lo hacen”; a su familia, “pilar fundamental apoyándome en cada decisión que he tomado”; a la familia Volvo por haberle acogido “como uno más” y ayudarle en todo momento; y a Nacho Zapatera “por estar especialmente en esos momentos malos, tanto personales como profesionales, y enseñarme lo que es querer este Club”.

Andres Llorián se despide: “Para siempre, un encarnado más”, que promete continuar acudiendo al Adolfo Suárez. Allí nos seguiremos viendo y allí se le realizará un homenaje el 8 de septiembre, coincidiendo con el primer partido de liga en casa del Real Ávila ante la Unión Popular de Langreo, histórico club del fútbol español que ha llegado a militar en Segunda División y que además es asturiano como el homenajeado.

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