La nieve cubre por completo el campo base del Daulaghiri (Foto: Carlos Soria)
Desde el campo base del Daulaghiri, el alpinista abulense Carlos Soria ha enviado una crónica en la que su expedición no se va por vencida de lograr su objetivo pese a las inclemencias meteorológicas.

Hoy, 27 de septiembre, durante un par de horas hemos visto y agradecido la presencia de sol y, lo más importante, el último parte meteorológico nos promete varios días seguidos de buen tiempo y sin precipitación.

El ambiente en estos días ha sido gris en todos los sentidos. Como sabéis por las noticias enviadas hasta la fecha, no ha habido ningún día sin lluvia en el campo base y nieve a partir de 5.500 metros: las placas solares no cargaban y, sobre todo, el material de dormir tiene un grado de humedad muy importante. La noche del 24 hubo un cambio en el tiempo, pero fue para peor: cayó medio metro de nieve en el campo base y hasta esta mañana ha seguido nevando con una temperatura de -4 a +3 ºC, por lo que hemos tenido una mezcla de agua y nieve constante. Los sherpas comenzaban a augurar el fin de la expedición. Eran comentarios en la cocina y con alguno de los expedicionarios, y cuando me enteré entré muy enfadado a la cocina para aclarar las cosas. Esta mañana Sito y yo, en una reunión con Muktu, el jefe de los sherpas, hemos dejado muy claro que nadie se va a exponer mientras la montaña siga tan cargada de nieve, pero que de ninguna manera la expedición está finalizada.

Es cierto que nuestra situación actualmente es bastante complicada, pues además de estar la montaña muy peligrosa por riesgo de avalanchas, tenemos 1.200 metros de cuerda entre el campo base y el campo 2 que ya habíamos instalado y que ahora está sepultada e inservible bajo 80 centímetros de nieve. Además, tenemos dos tiendas enterradas bajo la nieve en el campo 1 con todo tipo de material (cuerda, comida, sacos, etc.) que sí que podremos recuperar, y 400 metros de cuerda y material de escalada diverso que va a ser muy difícil pero no imposible de recuperar en el Campo 2. Nos seguiremos moviendo por la montaña según vaya mejorando el peligro de avalanchas, nunca antes.

En el campo base hay otros tres alpinistas: un japonés un poco kamikaze, que salió en solitario el día 24 a pesar de que le anunciábamos varios días de mal tiempo para intentar una ruta más difícil que la nuestra, y volvió el 25 después de una bajada muy peligrosa por la cantidad de nieve caída, sin conseguir escalar la vía y con ceguera de las nieves que le ha estado tratando Carlos (nuestro médico) hasta hoy. Se marcha para casa el día 28. También hay otros dos alpinistas, uno belga y otro suizo, con un sherpa y sus ayudantes (cocinero, etc.) bastante simpáticos y sociables, que todavía no han tenido ocasión por el mal tiempo de acercarse a la montaña.

Sabíamos que el tiempo en otoño para subir estas montañas es bastante peor que en primavera, pero hay que intentarlo. Por ejemplo, el año pasado en el Manaslu, en primavera no pudo ser y hubo varios accidentes y, sin embargo, en otoño conseguí subir a la cumbre. Es verdad que ese otoño en el Manaslu había muchas expediciones y nosotros estamos aquí prácticamente solos. Pero no nos vamos a dar por vencidos y si, como está anunciado, tenemos un periodo largo de buen tiempo, podremos intentar subir la montaña.”
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