La Vuelta / Una Vuelta que arrancó en la Comunidad Valenciana, que continuó hacia Cataluña, pasando por los Pirineos, rozando Navarra, visitando Asturias y con un epílogo histórico en la Sierra de Gredos antes del final apoteósico en Madrid. Las ediciones de La Vuelta 1983 y 2019 tienen muchas cosas en común. El extraordinario giro de los acontecimientos propiciado por Bernard Hinault hace 36 años podría servir de inspiración a más de uno en la próxima edición de La Vuelta.

En los primeros kilómetros de la 20ª y penúltima etapa de La Vuelta 19 (74ª edición) -que unirá Arenas de San Pedro con la Plataforma de Gredos-, los corredores ascenderán el Puerto de Serranillos. Cuando lo hagan, se encontrarán en el lugar exacto en el que Bernard Hinault logró dar la vuelta a la 38ª edición de la ronda española en 1983. Fue durante la 17ª etapa, con salida desde la Plaza Mayor de Salamanca. En el menú del día figuraban cuatro puertos: Peña Negra (el último ascenso de 1ª categoría de La Vuelta 19), El Pico, Serranillos y La Paramera. Ese día, Hinault partía con 10” de retraso sobre el líder, Julián Gorospe. El desenlace de esa etapa era la última esperanza del campeón francés. Y sucedió: Gorospe se presentó en la meta del velódromo de Ávila 20 minutos después de que el bretón lograra imponer su punta de velocidad ante Marino Lejarreta y Vicente Belda. Se hundió en el ascenso a Serranillos por un golpe de fuerza del joven Laurent Fignon, al servicio de su líder, el ‘tejón’ bretón.

En los debates históricos sobre La Vuelta, la etapa de Ávila del 6 de mayo de 1983 ha quedado marcada como una de las grandes hazañas desde que existe la prueba (1935). Quizás la más grande. Destaca tanto desde el punto de vista geográfico como histórico. Más allá de nuestras fronteras, España se suele describir como una sartén redonda con bordes montañosos que flanquean sus costas: desde las Cordilleras Béticas, al sur, hasta el macizo Pirenaico que nos separa, al norte, de Francia.  Quitando Suiza y Austria, ambas embutidas en los Alpes, y los micro estados de Andorra o Liechtenstein, España, es el país más montañoso de Europa, atendiendo al relieve proporcional a su superficie. La Meseta Central es una altiplanicie de altitud media que explica por qué, a diferencia de las otras dos Grandes del calendario ciclista, La Vuelta puede ser decisiva a 1.500 m sobre el nivel del mar y no necesariamente a 2.000.

El Puerto de Serranillos culmina a 1.570 m de altitud. Sobre el papel, no era la mayor atracción de La Vuelta 1983. Sí lo eran los Lagos de Covadonga que hacían su aparición por primera vez en el recorrido de la carrera (Thibaut Pinot se proclamó en 2018, 21er ganador en ese mítico alto). De entrada, los Lagos habían generado muchas expectativas. Uno de ellos, el Lago Enol, que se pronuncia casi como el apellido del ‘tejón’, había servido de enganche a la promoción de los “lagos de Hinault” mucho antes de que Bernard Hinault terminara cediendo la victoria en ese icónico puerto a Marino Lejarreta al término de 13ª etapa de esa Vuelta. El francés tampoco fue capaz de arrebatarle el maillot amarillo al fallecido Alberto Fernández cuyo nombre sigue honrándose cada año en uno de los puertos de La Vuelta (este año, La Cubilla, meta de la 16ª etapa, como ganador del “final en alto más viral”).

Hinault era el gran favorito para ganar La Vuelta 1983, una prueba que ya figuraba en su palmarés. La Vuelta 1978 fue la primera piedra de sus diez Grandes Vueltas y también la última organizada por El Correo Español–El Pueblo Vasco, antes de que la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC) cediera las riendas de la prueba a Unipublic, organizador actual.

Para devolverle el prestigio a una Vuelta tocada por la complicada edición 1982 (la primera en la que el ganador –Ángel Arroyo– fue desposeído del título por dopaje), la organización sedujo al cuádruple ganador del Tour de Francia y campeón del mundo Giuseppe Saronni. Hinault, batido en el prólogo de Almussafes por su compañero de equipo Dominique Gaigne, partió con el viento a favor pero sufrió las consecuencias de un brusco cambio meteorológico que se produjo en el momento en el que los favoritos tomaban la salida. El francés sólo aguantó un día de amarillo, tras hacerse con la prenda en Castellar de Nuch (Etapa 5). Fue desposeído, al día siguiente, por Marino Lejarreta que se vistió de líder por primera vez, a pesar de haber sido proclamado vencedor – a posteriori – de la edición anterior. Las cosas fueron a peor y el francés perdió 2’13” sobre su rival en la cronoescalada con final en Panticosa (Etapa 8). Julián Gorospe, Alberto Fernández, Álvaro Pino y de nuevo Julián Gorospe fueron liderando sucesivamente la clasificación general. Y entonces llegó Ávila y todo quedó en un duelo entre Hinault y Lejarreta. Así lo recuerdan la mayoría de los aficionados, en parte también, porque fue la primera edición emitida en directo por televisión con la banda sonora de “Me estoy volviendo loco”, a cargo del grupo tecno-pop Azul y Negro que marcó un hito en la historia de las sintonías de La Vuelta.

La Vuelta 1983 abrió camino a una nueva generación de ciclistas españoles como ‘Perico’ Delgado o Miguel Indurain. Hinault la recuerda como “la victoria que más le costó conseguir” entre las diez Grandes Vueltas que atesora, sobre todo porque no esperaba un nivel tan alto por parte de los corredores nacionales. Le dolía la rodilla y forzó tanto que tuvo que pasar por quirófano y descartar el Tour de Francia que terminó ganando su mejor gregario en La Vuelta. Laurent Fignon había terminado 7º en la general y confirmó que tenía las piernas listas para ganar una Grande.

Con la aparición de Fignon, La Vuelta 1983 marcó el divorcio entre Hinault y su director deportivo, Cyrille Guimard, que llevó a la creación del equipo La Vie Claire de Bernard Tapie. Una formación que Dave Brailsford, director general del Team Ineos, describió a principios de este año como “la pionera del ciclismo actual”, por la revalorización que supuso en los salarios de los ciclistas. El próximo 14 de septiembre del 2019, quizás alguien tenga que explicarles a los corredores que tomen la salida en Arenas de San Pedro todo lo que le deben a la Sierra de Gredos. 

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